11 Mar ¿Cuál es el precio de un producto?
En este post vamos a hablar del precio de un producto, de cuánto cuesta, que no es lo mismo que su precio, y de lo que supone, si es que sabemos valorarlo.
De entrada os diría que el precio de un producto es lo que el cliente esté dispuesto a pagar por él. ¿Cuántas veces habéis oído esta frase? Yo muchas y, cada vez más, estoy convencido de ello, siempre y cuando tengamos presente otros aspectos que hemos de valorar.
En Rieusset, como no puede ser de otra manera, disponemos de un sistema de costes que permite calcular el precio que ofrecemos a los clientes. Este sistema permite, a grandes rasgos, valorar los materiales que vamos a utilizar, las capacidades y recursos que vamos a consumir y, claro está, el beneficio que esperamos obtener. Con ello, obtenemos el precio que ofrecemos a los clientes.
Pero ¿este es el precio que va a pagar el cliente? No, evidentemente, no. En el mercado hay competidores que tienen formas de calcular el precio diferente con estructuras de coste más ligeras o más pesadas, con capacidad de compra de materia prima más grande o más pequeña que la nuestra, con máquinas de producción donde puede obtener mejor o peor rendimiento que Rieusset y con beneficios que pretenden que sean mayores o menores que los nuestros. Y ello lleva a que, para un mismo producto, encontremos precios diferentes.
¿Qué hará entonces el cliente? ¿Comprar el más barato? Si el producto que ofrecen todos los proveedores es el mismo, la respuesta sería si.
Pero aquí tenemos el primer concepto que debemos evaluar. ¿Son realmente iguales los productos? No siempre. Por ello, para valorar qué estamos comprando hemos de revisar sus especificaciones y, comparándolas, podremos ver si la diferencia de precio se justifica.
Salvado este punto ¿Qué más hemos de considerar? Bajo mi punto de vista, el rendimiento del producto. No todos los productos, a pesar que cumplen con las especificaciones, rinden igual en casa del cliente. Este es el punto en que más quiero llamar vuestra atención. Mi experiencia me permite decir que muchas veces el comprador se centra sólo en el precio y en los ahorros que supone comprar los productos más económicos sin valorar que, una vez en su casa, el producto no tiene el rendimiento esperado o, peor aún, el que podría alcanzar. ¿Qué quiere decir esto? Pues que, a veces, comprar barato, sale caro. Los ahorros que tienes en la compra los pierdes, algunas veces hasta multiplicado por dos o tres, debido a la pérdida de velocidad en las máquinas o a los problemas que provocan los paros en la línea o a la falta de calidad en el producto final. Esto lo he visto tanto en grandes corporaciones donde la comunicación entre los departamentos de compras y los de producción no es buena y donde, cada uno, siendo exclusivamente responsable de su centro de coste, no evalúa si sus acciones perjudican al otro como en pequeñas empresas donde, simplemente, no lo consideran.
Pero, para valorar un producto ¿sólo he de tener en cuenta el precio y el rendimiento? Bajo mi punto de vista, no. Hay otros conceptos que según del producto que estemos hablando o de las necesidades que tenga la empresa pueden ser tan importantes como los anteriores. Estoy hablando del nivel de servicio, de la flexibilidad, del grado de innovación que el proveedor pueda tener para solucionar los problemas del cliente.
A partir de aquí, una vez todos estos conceptos estan encima de la mesa, cualquier decisión de compra que tomemos será buena.
En Rieusset apostamos por dar un producto de calidad a nuestros clientes, con un precio competitivo, que permita un buen rendimiento de sus máquinas y envuelto en un servicio ágil que permita adaptarnos a sus necesidades en cualquier momento teniendo la innovación como motor para el desarrollo continuo. Por ello, pensamos que somos un colaborador de futuro para todos nuestros clientes.
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